jueves, 28 de agosto de 2008

Amabílisima dominación



















"No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana
; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común, se formaron aquí Pachacamac y Pachacutec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Túpac Amaru y Vallejo, Mariátegui y Eguren, la fiesta de Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros; los yungas de la costa y de la sierra; la agricultura a 4000 metros; patos que hablan en lagos de altura donde todos los insectos de Europa se ahogarían; picaflores que llegan hasta el sol para beberle su fuego y llamear sobre las flores del mundo. Imitar desde aquí a alguien resulta algo escandaloso. En técnica nos superarán y dominarán, no sabemos hasta qué tiempos, pero en arte podemos ya obligarlos a que aprendan de nosotros y lo podemos hacer incluso sin movernos de aquí mismo”. J.M. Arguedas

No hay país más diverso. Y a las fotos me remito. Mar y montaña. Del Machu Pichu a "la ciudad de barro más grande el mundo", en Trujillo, en la costa desértica peruana. Históricamente al revés: la ciudad de arena fue construida por el imperio chimu, anterior a los incas y peleón hasta el final con ellos.

Mis amigos de Lima saben cómo me he resistido a ejercer de turista. Cada viaje que pasa me pongo más enferma con las ciudades-decorado donde cada bajo es una tienda de artesanía, un restaurante o un locutorio, y cada edificio un futuro hotel. El centro histórico de Cusco es así. Un decorado. Precioso, pero decorado. Los guías te cuentan de la magia y la energía del Machu...pero hipermegasensible se tiene que ser para reconocer la energía del lugar entre las 6.000 energías diarias que se reparten o hacen cola en sus plazas y templos. Sólo el tren (concesión privada, ¿sorpresa?) me costó 190 dólares, y era el billete barato. Los VIP pagan 600 dólares por 8 horitas de tren (ver aqui nota sobre turismo de lujo), y para que no se cansen tanto les han colocado un helipuerto. Los ecolos denuncian que los helicópteros están asustando a todos los bichos de la zona.

¿Queréis saber cómo fue el intrépido descubrimiento del Machu Pichu? En 1911 el arqueólogo de la universidad de Yale, Hiram Bingham, seguía el curso del río Urubamba y le preguntó a un campesino, Juan Diego Fernández, si sabía dónde estaba la Ciudad Perdida de los Incas: el campesino contestó que no, pero que sabía donde estaba el Machu Pichu (montaña vieja). Como casi todo lo que "descubrimos" los occidentales, ya estaba descubierto. El tipo se llevó 6000 piezas arqueológicas para investigarlas...y aún no ha acabado porque nunca las devolvió. Cusco sigue reclamándolas.

Debo reconocer, sin embargo, que sólo viajando he llegado a entender el carácter sagrado de las montañas, de sus APUS, para los quechuas. Montañas que sirvieron para comunicarse con los dioses y que hoy ejercen de grandes vallas publicitarias. Montañas que se defienden del turismo masivo con dolores de cabeza y de estómago, vencidas por los laboratorios farmacéuticos que incluso eso lo han convertido en un fantástico negocio. Más que los lugares fetiche, fueron los viajes que valieron la pena. Y siempre las montañas. Desde arriba, por sus lados, o en zigzag.
El vuelo de Lima a Cusco: un mar de montañas, nieves o nubes blancas sombreando los picos, serpentinas azules al fondo y reguero de brillantitos de chapa…
El tren de Cusco al Machu Pichu: el descenso de las montañas heladas a las montañas selva (de 3200 a 2400 metros) es una experiencia visual y física. Del amarillo paja y del marrón chocolate del adobe, en forma de cuadraditos secándose al sol, a la humedad y la vegetación tupida que me regresaban a Guate y a Chiapas…
El bus de Lima a Trujillo: montañas de arena, la luna con bruma, kilómetros de dunas salpicados de algunos oasis verdes…

Y en todas partes la historia original como reclamo. Cada resto arqueológico como una posibilidad de negocio. El turismo de masas como una “amabilísima y dulcísima dominación”.

En el Museo del Inka de Cusco encontré otro texto acojonante: la sentencia de muerte de Tupac Amaro II y la lista de castigos para los que apoyaron su rebelión indígena en 1780. La misma casta que procuró entonces acabar con todo rastro de orgullo quechua, hoy explota su memoria.

“se le cortará por el verdugo la lengua, y después, amarrado o atado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar o prender con facilidad a otras que pendan de las cinchas de cuatro caballos, para que, puesto de este modo, o de suerte que cada uno de estos tire de su lado mirando a otras cuatro esquinas o puntas de la plaza, marchen, partan o arranquen a una voz los caballos de forma que quede dividido su cuerpo en otras tantas partes, llevándose éste luego...” Más detalles sobre la horrible muerte decretada a Tupac Amaru, aquí

se prohibe que usen los indios, los trajes de su gentilidad, y especialmente los de la nobleza de ella, que sólo sirven de representarles los que usaban sus antiguos incas, recordándoles memorias que nada otra cosa influyen que el conciliarles más y más odio a la nación dominante, fuera de ser su aspecto ridículo y poco conforme a la pureza de nuestra religión, pues colocan en varias partes de el al sol, que fuera su primera deidad, extendiéndose esta resolución a todas las provincias de esta América Meridional, dejando del todo extinguidos tales trajes…”

“igualmente todas las pinturas o retratos de sus incas, en que abundan con extremo las casas de los indios que se tienen por nobles, para sostener o jactarse de su descendencia, las cuales se borrarán indefectiblemente, como que no merecen la dignidad de estar pintados en tales sitios y a tales fines, borrándose igualmente o de modo que no quede señal, si hubiese alguno retratos de éstos en las paredes u otras partes de firme en las iglesias, monasterios, hospitales, lugares píos o casas particulares, pasándose los correspondientes oficios a los muy reverendos arzobispos y obispos de ambos virreinatos por lo que hace a las primeras, substituyéndose mejor semejantes adornos por el del rey y nuestros otros soberanos católicos en el caso dé necesitarse”

“Del propio modo se prohíben y quitan las trompetas o clarines que usan los indios en sus funciones, a las que llaman pututos, y son unos caracoles marinos de un sonido extraño y lúgubre, con que anuncian el duelo y lamentable memoria que hacen de su antigüedad, y también el que usen o traigan vestido negro en señal del luto que arrastran en algunas provincias como recuerdo de sus difuntos monarcas y del día o tiempo de la conquista, que ellos tienen por fatal y nosotros por feliz, pues se unieron al gremio de la iglesia católica y a la amabilísima y dulcisima dominación de nuestros reyes”.

"Y para que estos indios se despeguen del odio que han concebido contra los españoles y sigan los trajes que les señalan las leyes, se vistan de nuestras costumbres españolas y hablen la lengua castellana, se introducirá con más vigor que hasta aquí el uso de sus escuelas bajo las penas más rigurosas y justas contra los que no las usen después de pasado algún tiempo..."

1 comentario:

Bethsabé dijo...

Montse querida, esta no puede ser tu crónica de Cuzco, el ombligo del mundo, su cielo, sus nubes, su comida, su choclo con queso, el sol en las alturas, el agua que corre, aquí te falto magia y espíritu, quiero saber si comiste alpaca, quinua, qué te gustó o no de este mito que es ya la ciudad sagrada de los incas, si te sentaste en la plaza de armas a ver las nubes pasar.