"Deseamos el progreso, pero también queremos que cuenten con nosotros. Y para nosotros el rico es como el imash (el diablo), llega sin avisar y es casi imposible de botar".
Declaraciones de un poblador awajún-wamí al diario La República.
El desarrollo... de los demás, pasa por encima de ellos. Desarrollo imash. O como dice Rocio Silva Santisteban (síiiiiii, la del Factor Asco), "desarrollo autoritario".
"En un país heterogéneo, pero, a su vez, de profundas desigualdades, el gran reto es pensar en el desarrollo desde un horizonte inclusivo". ¿Lo ha leído Ud. antes, desocupado lector? Claro: en todos lados. Eso se viene diciendo desde todos los frentes, en coros, como si fuera un mantra que va a solucionar nuestras fracturas. Nos lo dicen las ONGs y los funcionarios públicos, los periodistas y los empresarios, los analistas educativos y los abogados. Pero "inclusión" y "desarrollo" se han convertido en significantes vacíos que se pueden llenar con el significado que nos dé la gana. "Inclusión" y "desarrollo" ya no dicen nada, se están ‘calladas’, escuchando su propia voz".

Parece surrealista pero esas siete letras con su artículo, símbolo españolísimo de lo más siniestro conectan, de alguna manera, la historia de colonizadores y colonizados, nuestra República perdida y el Estado boliviano en pugna. ¿Internacionalismo de vuelta?. Como también escribió Arguedas (me flipa)...
"¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico”.
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