jueves, 28 de agosto de 2008

La ley de la selva-2

"Deseamos el progreso, pero también queremos que cuenten con nosotros. Y para nosotros el rico es como el imash (el diablo), llega sin avisar y es casi imposible de botar".

Declaraciones de un poblador awajún-wamí al diario La República.

Hoy ración doble. Me estoy estresando. Tengo tantas notas y tantos links interesantes y tan poquísimo tiempo...

Aunque la revuelta de los pueblos amazónicos tiene flipando al país y, de repente, los ha convertido (¿ahooooooora?) en nuevos actores políticos, su victoria está en suspenso. Alan García está mareando al personal para no derogar los decretos. Mientras, van saliendo artículos (los principales medios de comunicación peruanos han mandado a sus "enviados especiales" a la zona, como si de otro país se tratara) sobre cómo las comunidades tienen que convivir con centrales hidroeléctricas pero no tienen luz, o cómo han tenido que sufrir a "caucheros, colonos, narcotraficantes, madereros y senderistas". Os recomiendo esta entrevista a uno de los líderes de las protestas. El periodista (de un medio de izquierdas supuestamente) aún le pregunta si su reclamo de 13 millones de hectáreas para 650.000 personas (65 pueblos) no es excesiva...

El desarrollo... de los demás, pasa por encima de ellos. Desarrollo imash. O como dice Rocio Silva Santisteban (síiiiiii, la del Factor Asco), "desarrollo autoritario".

"En un país heterogéneo, pero, a su vez, de profundas desigualdades, el gran reto es pensar en el desarrollo desde un horizonte inclusivo". ¿Lo ha leído Ud. antes, desocupado lector? Claro: en todos lados. Eso se viene diciendo desde todos los frentes, en coros, como si fuera un mantra que va a solucionar nuestras fracturas. Nos lo dicen las ONGs y los funcionarios públicos, los periodistas y los empresarios, los analistas educativos y los abogados. Pero "inclusión" y "desarrollo" se han convertido en significantes vacíos que se pueden llenar con el significado que nos dé la gana. "Inclusión" y "desarrollo" ya no dicen nada, se están ‘calladas’, escuchando su propia voz".

En Bolivia querían ensayar con otro modelo de desarrollo. Y La Falange lucha contra el gobierno establecido. ¿Os suena eso de algo? La Falange, habéis leído bien. Los jovencitos radicales antiEvo siembran la violencia con una esvástica como símbolo de lucha.


Parece surrealista pero esas siete letras con su artículo, símbolo españolísimo de lo más siniestro conectan, de alguna manera, la historia de colonizadores y colonizados, nuestra República perdida y el Estado boliviano en pugna. ¿Internacionalismo de vuelta?. Como también escribió Arguedas (me flipa)...

"¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico”.

No hay comentarios: