sábado, 26 de julio de 2008

PERUANIDAD (II)












Para completar el post anterior...


Estas son las imágenes de la peruanidad que contestan al rojoyblanco de la patria oficial. A la izquierda los colores estridentes, como los de las ofertas de precios de nuestras fruterías, que aquí han alcanzado la categoría de símbolo de la cultura popular. A la derecha la única bandera que reconocen los peruanos que recuerdan que este territorio ya tenía un nombre cuando lo rebautizaron los colonizadores: la del Tawantinsuyu, la bandera andina.



"Cholo es vocablo de las islas Barlovento; quiere decir perro, no de los castizos, sino de los muy bellacos gozcones; y los españoles usan del por infamia y vituperio".


Así lo contaba Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales. Cholo de Xoloitzcuintli, palabra del idioma náhuatl (como nuestra Chichigua) que significa "perros sin pelo" (originarios de México y sagrados para los indígenas). Nomás así se les ocurrió a nuestros ancestros insultar a los nuevos mestizos, y así se continúan insultando entre ellos. Cholo de mierda es como lo peor.

Además de las costumbres y estructuras del racismo, el autoritarismo y el despojo, les dejamos formas perversas de pensarse. En plena efervescencia patriótica lo peruano, lo indígena, lo cholo y la choledad son cuestiones abiertas.




”Eurocentrismo, esa forma de producir subjetividad (imaginario social, memoria histórica y conocimiento) de modo distorsionado y distorsionante, que, aparte de la violencia, es el más eficaz instrumento de control que el capitalismo colonial/moderno tiene para mantener la existencia social de la especie humana dentro de este patrón de poder”. Aníbal Quijano

Los intelectuales se debaten en los blogs entre negarse a aceptar el insulto de cholo... o reivindicarlo como símbolo de identidad. Poder cholo, Choledad privada o Peruanista son bien interesantes. La gente común se define como trigueña, cobriza, mestiza, runa...


Me llevaron al Rompe y raja (la mejor peña del Perú). Estuve conociendo las danzas tradicionales, escuchando canciones que todo el mundo coreaba, y bailando cumbia. Tienen tantos tipos de música como tonalidades de piel. Imposible memorizarlos. Pero una cosa está clara: ¡aquí la gente baila!. Y algunas no veas cómo... Para desestresarse, para divertirse, para enamorarse… Las intelectuales y las feministas de la muerte, saben bailar. Los hombres, saben bailar. Las parejas, bailan.

Y después de verlos saltar a la pista de baile... me pregunta Ibis (con conocimiento de causa porque estuvo un año en Barcelona), de qué nos protegemos tanto. Dice que nuestra incomunicación visual nos convierte en islas en movimiento. Que sólo los viejitos le daban conversación sin sentir que exponían su vida. Que nuestro “no mirar” a la gente oscura (aunque les escrutemos con nuestros rayos x), los hacen sentir transparentes, inexistentes. Que nuestros grupos y nuestras fiestas son búnkers inaccesibles...


Menos mal que por lo menos Virrey Amat ha pasado a la historia de este país como un tipo pasional y romántico: se enamoró perdidamente de una chola muy bella y gran actriz. Ella le dijo que lo aceptaría cuando pusiera la luna a sus pies. El Virrey mandó construir el Paseo de Aguas con una gran fuente en su centro. Una noche de luna llena la llevó hasta allí y, delante del reflejo de la luna en el agua le dijo que allí la tenía: a sus pies. Las nobles envidiosas y blanquitas no se lo perdonaron jamás y ha pasado a la historia como La Perricholi (la perra chola, claro) inaugurándose así una larga tradición de entendimiento cholocatalán.


Incorporándome a esa tradición, acabo con una canción criolla de Luis Abanto Morales. Para un@s, todo un himno, para otr@s, un mal ejemplo de resignación y mal rollo. Podéis opinar. Aquí en una versión rock.



Cholo soy y no me compadezcas


Esas son monedas que no valen nada

y que dan los blancos como quien da plata.

Nosotros los cholos no pedimos nada

pues faltando todo, todo nos alcanza.



Déjame en la puna vivir a mis anchas

trepar por los cerros detrás de mis cabras,

arando la tierra, tejiendo mis ponchos, pastando mis llamas.

Y echar a los vientos la voz de mi quena.



Dices que soy triste,

que quieres que haga.

No dicen ustedes que el cholo es sin alma

y que es como piedra,

sin voz sin palabra

y llora por dentro sin mostrar las lágrimas.



Acaso no fueron los blancos venidos de España
que nos dieron muerte por oro y por plata.

No hubo un tal Pizarro que mató a Atahualpa
tras muchas promesas bonitas y falsas...



Entonces que quieres, que quieres que haga,
que me ponga alegre como día de fiesta
mientras mis hermanos doblan las espaldas
por cuatro centavos que el patrón les paga.


Quieres que me ría mientras mis hermanos son bestias de carga

llevando riquezas que otros se guardan.
Quieres que la risa me ensanche la cara

mientras mis hermanos viven en las montañas como topos,

escarba y escarba mientras se enriquecen los que no trabajan.

Quieres que me alegre mientras mis hermanas

van a casa de ricos lo mismo que esclavas...



¡Cholo soy y no me compadezcas!


Déjame en la puna vivir a mis anchas

trepar por los cerros detrás de mis cabras,

arando la tierra, tejiendo unos ponchos, pastando mis llamas

y echar a los vientos la voz de mi quena.


Déjame tranquilo que aquí la montaña me ofrece sus piedras

acaso más blandas que esas condolencias que tu me regalas...

Cholo soy y no me compadezcas!

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